Y sin duda Lecter es un personaje magnífico: un
auténtico monstruo, tan peligroso e inquietante como fascinante y
atractivo. Es un predador entre ovejas, tan superior a ellas que ni
siquiera se molesta en demostrarlo; una criatura para la que el bien y
el mal, tal como los entendemos, carecen de sentido y que no se siente,
ni probablemente lo sea en el fondo, parte de la especie humana. Eso,
unido a sus maneras impecables, esa mezcla de buena educación casi
británica y de sutil superioridad pedante (por no mencionar su
conocimiento enciclopédico de casi todo y su ingenio y previsión para
salir de las situaciones más apuradas) hicieron de él un icono popular
enseguida.
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